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sábado, 10 de octubre de 2015

Punto Omega (2010), Don DeLillo

Tal vez fuera mala suerte, pero después de que Gaddis me arrastrase en ese brillante aparato dialéctico que es "Gótico Carpintero", de que Schwob deformara las verdades de unas vidas para hacerlas más reales en "Vidas Imaginariasy que es además precursora de novelas como "La historia de la Infamia" de Borges o la "La literatura Nazi en América" de Bolaño, y de que Cheever me mostrara cómo se deforman las cosas dentro y fuera de una cárcel en "Falconer", a mí que Don DeLillo venga a hablarme de la nada, el contenido de la nada y lo que hay antes o después del vacío, ha acabado por ponerme francamente mal.

Puede que el error haya sido leer Punto Omega justo después de haber vivido así las últimas semanas de mi vida; con el pelo suelto al viento, pasado de revoluciones, viviendo la vida loca en la literatura de altos vuelos, cuando me encuentro con Punto OmegaUna novela de la que nunca tuve muchas expectativas pero que siempre estaba ahí, siempre a la espera del momento oportuno. Y entonces empezaron las negociaciones; que venga, que hace tanto que la tienes, y que es tan breve, que ya es hora...¡Y ya está! La leo. La leo, y esas 150 páginas se hicieron más duras y más largas y exigieron más de mí que el propio desierto en el que transitan, aparecen y desaparecen, algunos de sus personajes. Venga que si no me hubiese propuesto escribir una entrada antes de empezarla, no me la acababa.