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domingo, 5 de febrero de 2017

El arco iris de gravedad, Thomas Pynchon (Parte 9)

Páginas 98-113 (última actualización en marzo de 2019).

Parte 9: Sobre el misterioso Kenosha Kid...


Ya está. Hemos llegado. Sí, a uno de esos temidos pasajes pynchonianos en que todo gira y parece que no nos enteramos de nada. Primero estamos siendo testigos de un tierno encuentro entre Jessica Swanlake y Roger Mexico, cuando de pronto un cohete alemán estalla muy cerca de la casa abandonada en la que se encuentran. Todo se llena de ruido, de confusión, de humo, de astillas, de cosas que vuelan por los aires, todo se ilumina y después todo tiembla hasta que al final todo se apaga, y para cuando se enciende y empieza a funcionar otra vez, nos encontramos en otro escenario y con personajes completamente diferentes.  

Así, sin más explicación que un salto de página de apenas una línea, empieza la descripción entre alucinógena y barbitúrica, de un interrogatorio al que es sometido el teniente Tyrone Slothrop

El desconcierto empieza cuando leemos una serie de repeticiones numeradas con la frase; pero nunca hiciste de chico de Kenosha (...you never did the Kenosha Kid...)

"Estos cambios en el texto de «nunca hiciste de Chico de Kenosha» ocupan la conciencia de Slothrop mientras el doctor se inclina por encima de su cabeza para despertarlo y comenzar la sesión. La aguja se desliza, indolora, dentro de la vena, ligeramente descentrada del hueco de la curva del codo: diez por ciento de amital sódico, un centímetro cúbico por vez, que es lo que se necesita"

Una frase esta, la del Chico de Kenosha, que ha llamado mucho la atención de ciertos estudiosos sobre tema Pynchon y que, como era de esperar, ha dado pie a las más diversas interpretaciones (para más información pincha aquí, en la tercera parte del diccionario de personajes de la novela).

Lo que sí está más claro es lo que ocurre después. Luego de recibir un centímetro cúbico de amital sódico en vena, Slothrop se desliza por los recuerdos de una alocada noche en un bar de Jazz de Boston; comida, música, drogas, negros con intenciones poco puras...Esa clase de cosas. 

Bajo los efectos del poderoso barbitúrico, Slothrop describe el ambiente y su espectacular borrachera. Aparecen así, mezclados e inconexos, nombres de bebidas alcohólicas, de barras de comida, de marcas de cigarrillos, de marcas ropa, hasta Jardbird Parker aparece, hasta Malcom X aparece, hasta Jack Kennedy aparece, convertido en uno de sus antiguos compañeros de facultad en Harvard;
"En la Séptima Avenida de Nueva York, entre las calles 139 y 140, «Yardbird» Parker está descubriendo cómo  emplear  las  notas  en  los  extremos  superiores  de  estas  mismas cuerdas para romper la melodía y convertirla, oh, misericordia, en  una  maldita  ametralladora
(página 102

Y es allí, justo en medio de ese trance barbitúrico, cuando tiene lugar uno de los pasajes más interpretados de la novela, al menos para los especialistas del tema, que parecen dedicar mucho tiempo a esta clase de detalles. Todo se inicia cuando Slothrop menciona lo haber vomitado todo el contenido de su estómago en el lavabo del bar, momento en que la armónica que siempre lleva en su bolsillo se sumerge por el repugnante hueco del retrete. Slothrop se introduce entonces por el hueco del inhodoro, sí,como en la famosa escena de Danny Boyle en Trainspotting, donde Renton/Iwan McGregor se lanza por el retrete para recuperar un preciado supositorio de opio. Y es entonces cuando Slothrop describe con minuciosidad los desechos de todos los que alguna vez han pasado por allí; negros, blancos, compañeros de Harvard, mierdas antiguas y nuevas, todo en el mismo lugar, fundiéndose para dibujar sobre las paredes una pequeña parte de su historia. En este pasaje un joven Jack Kennedy es descrito así por Slothrop; 
 "Por  cierto,  ¿dónde
diablos estará Jack esta noche? Si alguien hubiese podido salvar la armónica, seguro que nadie lo habría hecho como Jack. Slothrop lo admira  a  distancia:  atlético,  amable,  y  uno  de  los  tipos más atractivos de la clase de Slothrop.(página 105)

En un punto de la incursión a su subconsciente, una vez libre del mar de porquería al interior del inodoro, Slothrop emerge en una especie de pueblo, y es entonces, con la canción folk-vaquera Red River Valley sonando de fondo, cuando aparecen dos nuevos figurantes en escena; Crutshfield o Croushfield, the westwardman y su muy simpático amigo el mulato, noruego y masoquista, Whappo

Un par de gentes así, de esas un poco raras que mete Pynchon a veces, y que según diversas interpretaciones serían superposiciones de persona/personajes de películas del Oeste...Persona/personajes donde algunos han reconocido ciertos ecos de John Wayne/Thomas Dunson o de Montgomery Clift/Matt Garth, en tanto que otros a actores como Henry Fonda. Y si no me estoy equivocando demasiado con la traducción desde su artículo original, esta última referencia supondría además una importante deuda artística y creativa por parte de Pynchon hacia Sergio Leone.
"Su pequeño amigote del momento es Whappo, un mulato noruego que tiene como fetiche los arreos caballunos, que le gusta ser flagelado con un látigo dentro de los establos que huelen a sudor y a cuero"
De todas formas la duda queda pendiente, la de saber quienes son y qué planes tienen los tales Crutshfield y su amigo Whappo, sabemos que aparecen mencionados más adelante, pero por ahora aún no se sabe mucho acerca de ellos. 

Nota; Os dejo la escena de Renton a la búsqueda de su supositorio. En ella podemos ver un cameo de Irvine Welsh, el autor de Trainspotting, entregando a Renton dos supositorios de opio.








2 comentarios:

  1. Este capítulo fue una tremenda locura, no entendí nada pero me lo pasé asquerosamente bien leyendo la aventura del retrete.

    Di con tu blog hace poco porque comencé a leer "El arcp iris de gravedad" el mes pasado y tus reseñas me han sido de mucha ayuda. Ahora mismo voy algo más adelantada (por el fragmento de la 224 a la 237), pero seguiré tus reseñas con ganas :)

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    1. Vaya! así que eras tú EL usuario que leía las entradas :). Me alegra que te sirvan y que disfrutes de la lectura de el arco iris. Lo que dices es cierto, hay pasajes en los que no se entiende mucho para donde van los tiros y sin embargo Pynchon tiene la habilidad para hacernos disfrutar incluso de esos pasajes. Yo sigo en el intento de reseñarlo todo...sólo faltan 900 páginas :)

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